Los citotóxicos convencionales clásicos aparte de ejercer su eficacia en el tumor, suelen ser poco selectivos y tienen actividad en las células sanas del organismo. Esta actividad en células sanas se manifiesta en forma de toxicidad (por ejemplo, la actividad de la quimioterapia en las células del folículo piloso puede matarlas y eso es lo que se manifiesta como alopecia o caída de cabello durante el tratamiento). Para el caso de la ciclofosfamida, ésta puede consistir en neutropenia o en toxicidad gastrointestinal (nauseas, vómitos o diarrea entre otras).
Parece claro que la toxicidad gastrointestinal se acompaña de un debilitamiento de lo que llamamos la barrera intestina1,2 (constituida por el epitelio del intestino –células intestinales unidas fuertemente entre sí–, una capa de mucina segregada por estas células intestinales y una población de bacterias –conocida como microbioma intestinal– que entre otras cosas puede servir de barrera a tóxicos).
Este efecto secundario puede explotarse desde el punto de vista terapéutico. Las bacterias intestinales tienen múltiples funciones; y, de hecho, si nuestro intestino está colonizado por gérmenes potencialmente patógenos, la ruptura de la barrera intestinal puede llevar a que uno de estos gérmenes cause una infección. Sin embargo, si nuestro intestino contiene microorganismos beneficiosos, esto puede ser positivo para el tratamiento oncológico.
Un ejemplo es el Lactobacillus Johnsonii. Este microorganismo carece de actividad patogénica en humanos. Además, cuando se rompe o se debilita la barrera intestinal, esta bacteria se transloca a los órganos linfoides intestinales3. Una vez allí, puede “educar” a nuestras defensas. En concreto, induce un tipo de linfocito llamado T Helper 17 – patogénico; este subtipo linfocitario tiene por sí mismo capacidad de matar células tumorales. Asimismo, cuando este microorganismo pasa a los órganos linfoides, educa a linfocitos inmaduros para convertirse en los linfocitos tipo T Helper 1, que son los que orquestan la inmunidad anti-tumoral3. Por tanto, si bien el tratamiento con ciclofosfamida en presencia de microorganismos inadecuados puede producir una incómoda infección intestinal durante el tratamiento de un tumor, este efecto puede aprovecharse porque, en presencia de Lactobacillus Johnsonii, en lugar de una infección intestinal, podría producirse esta ayuda al sistema inmunitario para combatir el tumor junto con el tratamiento3.
van Vliet, M. J., Harmsen, H. J., de Bont, E. S. & Tissing, W. J. The role of intestinal microbiota in the development and severity of chemotherapy-induced mucositis. PLoS Pathog 6, e1000879, doi:10.1371/journal.ppat.1000879 (2010).
Ubeda, C. et al. Vancomycin-resistant Enterococcus domination of intestinal microbiota is enabled by antibiotic treatment in mice and precedes bloodstream invasion in humans. J Clin Invest 120, 4332-4341, doi:10.1172/JCI43918 (2010).
Viaud, S. et al. The intestinal microbiota modulates the anticancer immune effects of cyclophosphamide. Science 342, 971-976, doi:10.1126/science.1240537 (2013).